El sector silvoagropecuario global enfrenta enormes desafíos para satisfacer la creciente demanda de alimentos, mientras los gobiernos hacen esfuerzos para combatir los efectos del cambio climático. Chile no está ajeno a este fenómeno que ha intensificado la presión sobre los sistemas agrícolas, provocando la migración de cultivos comerciales hacia el sur del país, lo que ha favorecido la aparición de nuevas enfermedades fitopatógenas (Figura 1).

Hasta fines de 2024, se habían identificado en nuestro país más de 323 agentes causales de enfermedades en cultivos comerciales, predominando los hongos (90 %), seguidos por oomicetos (8 %) y bacterias (2 %). Entre 2013 y 2023, se documentaron más de 60 casos de primeros reportes de enfermedades en cultivos frutales clave, como cerezo, arándano, avellano, vid, nogal y palto, que en conjunto abarcaban más del 60 % de la superficie frutícola nacional.
Estas cifras siguen demostrando que las enfermedades emergentes representan un desafío creciente para la agricultura chilena, acrecentado por la intensificación del uso de agroquímicos y sus efectos negativos en los ecosistemas. En el contexto del cambio climático, no solo la agricultura debe adaptarse a las nuevas amenazas fitosanitarias, sino que la investigación científica también debe estar a la altura de la problemática.
Disponibilidad de cepas fitopatógenas en Chile
Para abordar estos desafíos desde la ciencia, es crucial disponer de los agentes microbianos causantes de las enfermedades en plantas, también llamados microorganismos fitopatógenos, los cuales son claves para desarrollar investigación en detección de fitopatógenos y en evaluación de bioinsumos y agroquímicos, así como en el mejoramiento genético de plantas por parte de empresas, centros de investigación y la academia. Estos deben estar correctamente conservados, identificados a nivel de especie y disponibles para la distribución a terceras partes en un reservorio público.
La ausencia de un reservorio público de cepas fitopatógenas es un factor limitante para la investigación y desarrollo en esta área. A esto se suma que el Servicio Agrícola y Ganadero (SAG), en su rol de proteger la condición fitosanitaria del país, impone estrictas restricciones a la importación de estos microorganismos desde el extranjero. Aquellos que logran ingresar a Chile quedan en condiciones de cuarentena y solo pueden ser manipulados en instalaciones especialmente diseñadas para garantizar su manejo seguro. En este contexto, la falta de cepas fitopatógenas adecuadamente conservadas en colecciones de cultivo dentro del territorio nacional constituye una barrera para el desarrollo de estrategias integrales de detección y manejo de enfermedades.
El rol de la Colección Chilena de Recursos Genéticos Microbianos
La Colección Chilena de Recursos Genéticos Microbianos (CChRGM) del Banco Microbiano de INIA es una colección de cultivos reconocida internacionalmente y cuenta con la infraestructura para caracterizar y conservar microorganismos en el largo plazo. Su experiencia en conservación y en fitopatología la han convertido en una pieza clave para desarrollar, en asociación a otras instituciones, una colección pública de microorganismos fitopatógenos identificada a nivel de especie, conservada a largo plazo y disponible para distribución a terceros, en el marco de un proyecto apoyado por la Fundación para la Innovación Agraria (FIA).
La CChRGM garantiza la pureza y viabilidad de los microorganismos mediante crioconservación y liofilización, técnicas que permiten almacenar microorganismos fitopatógenos durante años, e incluso décadas, tras su aislamiento. Para su distribución, la CChRGM ofrece microorganismos en dos formatos: ampollas de vidrio (liofilizados) o cultivos vivos, facilitando su transporte a cualquier región del país. El formato en ampollas de vidrio es una innovación, ya que ninguna otra colección de cultivos en Chile distribuye material en este formato liofilizado. Este método ofrece ventajas significativas en comparación con el envío de cultivos vivos, como garantizar la esterilidad, proporcionar mayor protección física frente a golpes y asegurar una durabilidad superior, ya que puede ser almacenada a 4 °C al llegar al destinatario final. Además, las ampollas de vidrio no requieren suministro eléctrico para su almacenamiento, una ventaja crucial en un país propenso a fenómenos naturales como los terremotos.
Catálogo web de microorganismos fitopatógenos
Con anterioridad al proyecto mencionado, la CChRGM contaba con 125 cepas fitopatógenas en su catálogo web para distribución a terceros, pero con la ejecución de esta iniciativa se incrementará en 160 cepas el número de especies fitopatógenas identificadas. Además, se espera incorporar 30 nuevas especies a través de donaciones de asociados como el Servicio Agrícola y Ganadero (SAG), el Laboratorio Agrícola de Chile (LAGRIC) y BIOFOREST, lo que permitirá crear un catálogo público con un total de 315 cepas fitopatógenas identificadas, el que además considera información clave como la planta huésped, síntomas fitopatológicos, lugar de colecta, fecha de aislamiento, secuencias de ADN, entre otras. A fines de 2024 el estado de avance del proyecto alcanzaba el 24 %, lo que representa 69 nuevas cepas fitopatógenas caracterizadas a nivel de especie. Gracias a la ejecución de este proyecto, la Colección Chilena de Recursos Genéticos Microbianos (CChRGM) tiene en su catálogo fitopatógenos pertenecientes a los géneros Alternaria, Arambarria, Botrytis, Bjerkandera, Chondrostereum, Colletotrichum, Corinectria, Cytospora, Diaporthe, Diplodia, Fusarium, Gaeumannomyces, Gnomoniopsis, Lasiodiplodia, Neofusicoccum, Neopestalotiopsis, Ophiostoma, Phacidium, Phytophthora, Pseudomonas, Rhizobium, Schizophyllum, Sclerotinia, Thyronectria y Xanthomonas.
La creación de esta colección pública de fitopatógenos intenta reducir la brecha en la disponibilidad de microorganismos de referencia en Chile y busca promover la colaboración entre la comunidad agrícola, forestal y de innovación del país. Con ello se impulsa el avance científico y el desarrollo de estrategias para enfrentar los desafíos fitopatológicos nacionales, sin depender de la importación de microorganismos desde el extranjero.
Autores: Matías Guerra P., Gestor técnico Banco de Recursos Genéticos Microbianos, INIA / Jean Franco Castro F., Curador Colección Chilena de Recursos Genéticos Microbianos, INIA.