En el corazón agrícola de la comuna de Gorbea, la familia Lovengreen Larrondo ha logrado lo que muchos sueñan, pero pocos concretan: una transición generacional fluida y exitosa en la administración de los predios agrícolas, la que por más de cuatro décadas ha tenido una clara influencia GTT®.
En el sector Cuarta Faja de Gorbea, la historia de los Lovengreen es conocida. Basta con decir que son un ejemplo de cómo tradición e innovación conviven en la agricultura de la zona sur. Phillip Lovengreen, a sus 37 años, ha dado señales claras e inequívocas tras tomar a inicios de 2022 las riendas del legado familiar con determinación y visión de futuro, marcando un hito en el siempre complejo proceso de la transición generacional en el manejo de las inversiones agrícolas.

Tras algo más de una década trabajando en el mundo privado, pero ligado a la actividad agrícola, específicamente en Agrícola Lobert, empresa regional que califica como una “gran escuela”, Phillip decidió volcar toda esa experiencia en el predio Pretoria. Hoy, gracias al arriendo de otros predios y la adquisición de uno nuevo, suman alrededor de 1.100 hectáreas dedicadas a cultivos, 145 hectáreas de avellanos europeos y otra superficie marginal a la actividad pecuaria: una engorda de ganado bovino, lo que denotan que el romanticismo por la vida de campo jamás desaparece.
Mención aparte, el rubro de los frutos secos, con la producción de avellanos europeos, fruto tan apetecido fuera del país por la industria chocolatera, consolidándose como un pilar del boom frutícola que vive el sur del país, y que para los Lovengreen representa no solo una apuesta económica, sino también un legado que buscan fortalecer en pos de una actividad más sostenible.
“Después de la pandemia, mi padre comenzó a delegar en mí el manejo de los campos, incluidos los huertos de avellanos, aunque financieramente bien divididos: los suyos, los de una tía y los míos, ya que este año planté 53 hectáreas en el fundo El Infierno”, explica Phillip, aunque agronómicamente el manejo es uno sólo.

Axel Lovengreen, padre de Phillip, un agricultor inquieto que exploró múltiples rubros gracias a más de cuatro décadas de trayectoria como agricultor, siendo integrante fundador del GTT® Gorbea, el grupo más antiguo de La Araucanía y plenamente vigente, entregó la administración a su hijo, confiando en su capacidad para liderar una operación agrícola tan extensa como diversa. Hoy, esa confianza se traduce en un modelo de gestión que combina el conocimiento tradicional con la incorporación de nuevas tecnologías y enfoques productivos, cimentando el futuro de una familia que tiene mucho futuro por seguir aportando al desarrollo agrícola del sur del país.
Este relativo éxito, se explica en parte – dice Phillip – a haber nacido y crecido en el campo. “Toda la vida he estado acá, cuando niño la actividad principal era casi puro ganado, ayudando en los galpones de engorda a forrajear. Por esos años mi padre exploraba hartas cosas, tuvo ovejas, emus, codornices, entre otros. El 2003 se metió con los avellanos y después en los cultivos pero poco y no al nivel de hoy. Hizo también semilleros de leguminosas para Comercial Gorbea. Era muy entretenido todo. Más tarde, ya más grande, estudié Ingeniería Agrícola en INACAP, en Temuco, etapa en la que siempre me mantuve ayudando hasta que ingresé a trabajar; y aunque no estaba en el día a día, lo apoyaba en la toma de decisiones (agronómicas) que le transmitía por teléfono pero al día siguiente, o un par de días después me hacia el tiempo para ir a ver en lo que estaba”, cuenta.
Un momento clave se produce el 2015 cuando juntos comienzan a incursionar en los cultivos. “A partir de eso comenzamos a construir una relación de confianza. Creo que cualquier padre ve cómo un hijo hace las cosas. Primero lo mastican y después dan el paso, no es cosa que sólo porque sea su hijo le pasen algo, sobre todo por el manejo de los recursos, de lo contrario creo que sería un error”, plantea Phillip que es el único hijo varón del matrimonio Lovengreen Larrondo.
Pasión por la agricultura
Phillip que es casado con Camila Guzmán Riquelme, médico veterinario de formación, con quien tiene dos hijos: Thomas Erik y Helena Cornelia, de 3 y 2 años, respectivamente, dice ser un apasionado de los cultivos tradicionales. “Me gustan porque son más dinámicos. Todos los años hay que ir rotando con distintas especies, van surgiendo nuevas variedades y nuevos tratamientos también. Sin embargo, los avellanos también son muy entretenidos. Hay que tomarles la mano eso sí, desde preparar el suelo para plantarlos hasta podarlos y mantenerlos limpios. Cuando logras acertar con el manejo se hace muy entretenido”, enfatiza.

En este sentido, sabe que los avellanos no es sólo cuestión de plantar y esperar la cosecha; quien lo crea así, está equivocado. Como muchos otros productores, comenzaron con las variedades Barcelona y Giffoni, plantando en distintos huertos alrededor de 130 hectáreas. Más tarde, se inclinaron por Yamhill, la cotizada variedad americana, que –según destaca Phillip– pese a su alto costo por planta, tienen como atractivo el potencial de rendimiento y el tamaño de fruta que mayor aceptación tiene en los mercados fuera de Ferrero.
“Si uno quisiera no depender cien por ciento de Ferrero, las variedades americanas son una muy buena variedad. Y ojo que no lo digo porque sea crítico de Ferrero; muy por el contrario, creo que este cultivo ha crecido en nuestro país y se sigue proyectando gracias en buena parte a lo que paga Ferrero. Como toda empresa tiene sus exigencias, lo cual es válido. Uno no puede llegar a un molino a vender trigo lleno de rábano. Lo mismo en las avellanas, no puedes llegar a la planta con fruta sucia y en malas condiciones. Es algo lógico”, aclara.
Lo innegable es que tras 20 años de experiencia, los resultados con este fruto seco han sido satisfactorios gracias al conocimiento, los manejos, la maquinaria necesaria y una planta procesadora que les ha permitido crecer, la cual gracias a 3 acumuladores, 4 secadores y 2 prelimpias les permite procesar y agregar valor a un buen volumen de fruta.
En materia de riego en avellanos dice hoy día no regar ningún huerto. En una primera etapa si lo hicieron pero al cabo de unos años optaron por levantar todas las líneas de riego. Al respecto comenta “Hoy día siempre va a ser mejor tener riego, sobre todo para enfrentar los meses más complicados que son los de verano. Sin embargo, el costo de establecer riego hoy es súper alto. Creo que menos de 5 millones de pesos la hectárea de riego (con pozo) no sale. Como en muchos otros ítems, después de la pandemia los costos se fueron a las nubes”, señala.
Gracias a los avellanos – agrega – ha explorado nuevas tecnologías que han permitido una mayor profesionalización en el trabajo agrícola. “En 2017 cuando plantamos un huerto trabajamos con Agriismart haciendo mapeos para nivelar suelos en todos los parámetros, como fósforo, ph, suma de base, etc. El año pasado nos tocó control y tuvimos una mejora significativa a partir de las recomendaciones de suplementación que nos hicieron. Y desde este año comenzamos a monitorear los cultivos tradicionales para homogenizar la producción y superar bajos rendimientos que tenemos en algunos sectores del campo”, dice Phillip en una clara estrategia por buscar una mayor eficiencia.
Los cultivos
En su estrategia de siembra opta por rotaciones más bien cortas, con trigo-avena-trigo-raps, manteniendo siempre la mitad de trigo y el resto entre raps y avena, aunque esta última un poco superior debido a que la rotación del raps es un poco más larga, evitando una temporada sin esta oleaginosa como estrategia productiva, como un mayor control por exceso de rábano. “No somos de los que incursionamos en nuevos cultivos porque tampoco vemos alguno que sea muy prometedor que digamos. Un año probamos cebada pero no nos gustó. Por esta razón, nos enfocamos en los tres cultivos que mejor manejamos y obtener los mejores resultados”, comenta.

Consultado si considera al cultivo papa como una buena alternativa, reconoce que lo han pensado. “Tenemos unos campos ganaderos que les vendría muy bien las papas, sin embargo soy un convencido que hay que estar muy bien preparado para entrar con este cultivo. No lo digo tanto por los manejos porque, en general, a eso estamos acostumbrados, pero hay que hacer una fuerte inversión en riego y tener los derechos de agua suficientes. Para plantar 20 hectáreas de papa y hacerlo mal, prefiero seguir en lo que estamos. Por otra parte, la informalidad es el gran riesgo que tiene este cultivo, en especial, para el novato porque al que ha estado metido siempre no me cabe duda que se maneja muy bien”, destaca.
Respecto a los cultivos principales, como el raps, comenta que hace cuatro temporadas dejaron las variedades tipo clearfield para concentrarse en las convencionales. “Optamos por otra estrategia para pelear con el rábano que es la principal maleza que afecta al cultivo, es decir, limpiar a mano, descartar el uso de Eurolightning por unos problemas que tuvimos porque requiere de varios detalles importantes en la aplicación y optar por otro tratamiento alternativo (Vivaz+Calixto) que lo suprime o controla de buena manera también. Además, veníamos con rendimientos demasiado bajos. Nos costaba harto llegar a los 40 qq/ha, ahora en cambio no bajamos de los 48 qq/ha promedio”, detalla.

Sobre esta aplicación alternativa agrega “exige que el raps esté bien desarrollado, ideal con 8 hojas, donde pega pero no tan fuerte. Es cierto, se sacrifica un poco de rendimiento, pero en mi experiencia siempre me ha sido más rendidor el convencional sobre el clearfield. A diferencia del trigo o la avena, el control de malezas hay que jugársela en la aplicación de la mezcla de los preemergentes, esto es, doble sello, más la mayor cantidad de ingredientes activos y durante el mayor tiempo posible”.
En sus manejos destaca también el uso de reguladores de crecimiento, en avena y trigo, aunque dependiendo de la variedad y de las condiciones climáticas de cada temporada, que en su conjunto determinan la aplicación de regulador. “En avena, por ejemplo, si la puedo sembrar a fines de mayo para terminar los primeros días de junio, ideal; pero me significa llegar con el cultivo bien grande a primavera, de ahí que la aplicación de herbicidas y fungicidas considera si o si regulador de crecimiento. En trigo, también, aunque puede ser reguladores más potentes o la mezcla de algunos dependiendo del potencial de rendimiento y que sean más susceptibles a tendedura”, comenta.
En raps dice descartar el uso de reguladores, aclarando que “es más algo personal, prefiero que el cultivo se exprese, aunque eso signifique más residuo a incorporar para lo cual los implementos que hoy día están disponibles pueden hacer un muy buen trabajo en tiempo y forma”.