En el marco del Seminario de Lechería y Ganadería, Eduardo Schwerter Añazco, el reconocido dirigente gremial que desde el 2020 ocupa la presidencia de FEPALE, expuso su visión sobre el momento que atraviesa el sector en el continente y trazó algunos de los desafíos para el fortalecimiento en los próximos años.
Después de realizar una breve descripción de la Federación Panamericana de Lechería, una organización que data de 1991 y que reúne a 50 organizaciones vinculadas al sector lechero de 20 países del continente, el dirigente nacional recordó que el principal objetivo de esta organización es promover el desarrollo de la cadena láctea de toda la región, conjugando intereses comunes, recursos, habilidades y talentos, a su vez actuar como foro de vinculación entre las instituciones del sector.
Junto con compartir algunas cifras que grafican la importancia del sector lechero en el contexto regional y global, destacó que el continente americano se caracteriza por ser una zona muy heterogénea entre sus países miembro, lo que se manifiesta en volúmenes de producción, número de productores, consumo per cápita y PBI por habitante.
En términos de producción, Schwerter destacó que, si bien desde la década de los 90 se produjo un incremento sustancial en los volúmenes de leche, desde el 2005 no obstante se ha observado un estancamiento, manteniéndose del orden del 11,5% a 12% la participación en la producción mundial, la cual viene creciendo de manera sostenida gracias al alza en el consumo mundial.
Si bien destacó que este aumento refuerza todos los atributos para la salud humana de la materia prima leche, recalcó que el aumento de la producción no es similar al de hace algunos años, en particular al registrado en el período 2002-2012, cuando el crecimiento acelerado caracterizó a los principales países productores del cono sur (Argentina, Brasil y Uruguay) en comparación al estancamiento registrado entre 2012-2022.
Sobre la evolución de la producción de este último período, Schwerter destacó que se observa una gran variabilidad en los países de FEPALE. Por ejemplo, si Argentina ha tenido una variación del 4,1%, Uruguay y Brasil registraron cifras negativas con cifras del -1,4% y -4,7%. En tanto, Chile registra una disminución significativa del -11,7%, lo que obedeció –agregó– a diversos factores como dificultades en los precios, problemas climáticos y alto abandono de productores.
En el análisis miró la realidad de Nueva Zelandia, un mercado referente y que marca pauta respecto a lo que acontece en los demás mercados, indicando que los principales países productores también han atravesado un relativo estancamiento en la producción. Si Nueva Zelandia crecía del orden del 3,9% anual para el primer período, durante el segundo este apenas oscila en el 0,3% anual.
A partir de datos de Embrapa, un aspecto que subrayó es que Brasil ha ido sufriendo una transformación importante en cuanto a la concentración de la producción, lo que es un fenómeno que se ha registrado en prácticamente todos los países del continente.
En cuanto a la evolución del precio mundial de la leche recordó que las principales alzas fueron como consecuencia del coronavirus y, luego, por el conflicto Rusia-Ucrania. Sin embargo, un par de meses después se ha observado una clara tendencia a la baja, incluso durante el presente año.
Respecto a la balanza comercial mundial de leche indicó que entre los principales países importadores, salvo Argelia, Méjico y EEUU, todos se encuentran en Asia y el Sudeste Asiático, lo que obliga a tener a esos países como importantes mercados, teniendo a China como el principal país importador de lácteos. Sin embargo, desde el 2022 se observa una fuerte disminución, la que podría obedecer a que el gigante asiático está alcanzando su autoabastecimiento en cerca de un 80% a razón de un consumo per cápita de 42 lt, lo que denota aún una brecha importante por satisfacer por los principales países exportadores.
A nivel regional, dijo Brasil lidera la producción de leche con alrededor de 35.000 millones de litros de leche, lo que equivale al 42% del total. Esa cifra sube al 79% al sumar las producciones de México, Argentina y Colombia. Y al sumar al grupo de países integrado por Chile, Uruguay, Perú, Ecuador, Venezuela y Costa Rica, se alcanza el 94% de la producción de leche.
En cuanto a exportaciones lácteas, Argentina lidera las colaciones con cerca de 2.500 millones de litros. Lo relevante es que junto a Uruguay representan el 70% de las exportaciones de la región. En tercera posición está Nicaragua, un país que pese a ubicarse entre el cuarto grupo de países productores del continente, posee una fuerte exportación a EEUU y con sus países limítrofes.
Y en materia de importaciones las lideran México y Brasil. Chile se ubica en un tercer lugar con un total que representa al 30% del consumo interno. Al analizar los países con mayor vocación importadoras de la región destacan Méjico, Brasil, Chile, Perú y República Dominicana, entre otros. Y entre los países con vocación exportadora: Argentina, Uruguay, Nicaragua y Costa Rica.
Consumo
A nivel de consumo en la región, Schwerter indicó que el continente presenta una gran heterogeneidad en cuanto al consumo per cápita de leche.
Según las recomendaciones de la OMS que sitúa entre los 160-180 litros el rango mínimo para cubrir los requerimientos de calcio, aminoácidos y otros aportes nutricionales de una persona, sólo Uruguay, Argentina y Costa Rica superan dicho rango. Sólo dos países están en dicho rango: Brasil y Chile. En tanto, el resto de países de la región no cumplen dicha recomendación.
“Estos países tienen un tremendo potencial de desarrollo de su consumo, siendo ésta una de las tareas principales de FEPALE para apoyar a nuestros distintos países en la búsqueda de políticas que incentiven el consumo y el apoyo de campañas que refuercen desde el punto de vista de la salud las ventajas de aumentar el consumo de productos lácteos”, destacó.
Entre los desafíos, planteó la necesidad de enfrentar a los llamados productos sucedáneos o sustitutos que suelen atribuirse propiedades o cualidades que no les corresponden en desmedro de una materia prima, como por ejemplo, la leche. Al respecto dijo “es una batalla que la tenemos prácticamente ganada, ya que en gran parte de los países miembros de FEPALE el etiquetado frontal de productos mal llamados lácteos no se puede hacer. Sin embargo, los mayores problemas están en los mercados minoristas, en los que se siguen mezclando productos verdaderos con sucedáneos, lo que genera confusión en los consumidores. Un ejemplo claro de esto se desprende a partir de un estudio de percepción de mercado, en el que los consumidores asignan alto valor nutricional ante un producto denominado leche de almendra, percepción que va disminuyendo al denominarse jugo o bebida de almendras”.
Así mismo, reconoció desafíos en materia de la Ley de Etiquetado de los Alimentos (N° 20.060) y, particularmente, la relacionada a los contenidos de grasas presentes en la leche y los productos lácteos, citando la declaración pública que formulara FEPALE en su reunión de abril pasado efectuada en Bolivia.
En esta misma línea, el dirigente destacó un estudio encargado por el Comité de Agricultura de Naciones Unidas a la FAO a fin de desarrollar un estudio para evaluar de manera exhaustiva basada en la ciencia, sobre la contribución del ganado a la seguridad agroalimentaria, sistemas agroalimentarios sostenibles, nutrición y dietas saludables.
Este estudio, denominado “Aporte de las fuentes de alimentos de origen animal a las dietas saludables para mejorar la nutrición y los resultados de salud”, concluye que los alimentos de origen animal terrestre son esenciales para alimentar a la población en general y, lo que es más importante, a las poblaciones vulnerables identificadas en el informe.
Por último, Schwerter compartió algunos números que cuantifican el impacto de la agricultura en la generación de GEI, destacando que este sector contribuye con el 18,4% del total de emisiones, de las cuales un 5,8% corresponde a la ganadería y el estiércol.
DECLARACIÓN FEPALE (extracto declaración)
La leche y los lácteos presentan una excelente matriz alimentaria, que incluye un paquete muy completo de nutrientes.
La grasa láctea, presenta diferentes tipos de ácidos grasos en su composición (más de 400), siendo ésta muy diferente a las demás grasas animales y aceites vegetales, y de acuerdo a las últimas tendencias en investigación en nutrición se ha demostrado que su inclusión en la dieta diaria, en todas las edades, presenta efectos positivos y protectores a la salud cardiovascular, un efecto protector ante el sobrepeso y obesidad y además potencia el desarrollo cognitivo de nuestros niños. Es por esto que se considera que la grasa láctea debe tener un tratamiento excepcional en el momento del etiquetado nutricional, ya que no es correcto castigar la presencia de grasa láctea en comparación a otras que no tienen beneficios para la salud.
Se recomienda valorar los nutrientes intrínsecos de los alimentos. La leche posee grasas, sodio y lactosa, de tal manera que los derivados lácteos son productos de transformación y no de formulación, por ende, tienen los mismos nutrientes intrínsecos de la leche, los cuales son naturales y parte de la matriz del alimento, favoreciendo así una alimentación que fomenta lo natural.
Se debe considerar que la leche y los derivados lácteos, son aliados en la lucha contra la malnutrición en todas sus formas, en especial, la desnutrición infantil y frente a las Enfermedades No Transmisibles, por lo cual preservar sus características nutricionales y comunicarlas correctamente a los consumidores es una tarea conjunta del sector público y privado.